Roncesvalles – Etxalar.

21 de agosto 2008. Teníamos que abandonar el barracón a las 8:00 h, conscientes decidimos quedarnos durmiendo hasta que nos despertasen. A las 8:20, un gordito boy scout con una voz tan irritante como penetrante abrió la puerta y nos despertó al grito de: “Señores, que tengo que limpiar”, a lo que cínicamente respondimos: ¿Pero que hora es?. La jugada nos salió redonda, de la cama directamente al bar. A las 8:30, hora en la que abría el restaurante “La posada”, estábamos desayunando un buen tazón de colacao acompañado de un pincho de tortilla de jamón de york. Por primera vez en todo el viaje fuimos previsores y pillamos unos bocadillos para el medio día.(Foto 40: desayunando en "La posada", Roncesvalles).

Entre unas cosas y otras acabamos saliendo de Roncesvalles a las 10:30 h. de la mañana en dirección al puerto de Ibañeta. Teníamos por delante una etapa de gran kilometraje, con dos puertos de apenas 10 km, pero con unos porcentajes durísimos. (Foto 41: salida de Roncesvalles hacia el puerto de Ibañeta).

El puerto de ibañeta es uno de los pasos más importantes de aves migratorias entre la Península Ibérica y el norte de Europa. El camino que seguíamos, tanto en la zona francesa como en la española, estaba salpicado de multitud de estructuras camufladas de madera que resultaron ser puestos de tiro y de caza de palomas con red.

La entrada en Francia la realizamos en un descenso muy suave y prolongado entre bosques, hasta el pueblo de Banca, donde empezaba la subida más dura de la etapa, hasta el collado de Heliorreta, nuevamente en la frontera española. Creo que como consecuencia del cansancio acumulado ninguno de los tres fuimos capaces de interpretar correctamente las indicaciones de Jordi, el mapa de la guía y el gps. Nos metimos por un sendero equivocado, descubriendo un bosque realmente espectacular. (Foto 42: puestos de tiro en la frontera francesa).

Al poco de darnos cuenta de la equivocación dimos la vuelta, e iniciamos el descenso hasta Erratzu, donde comimos en la plaza del pueblo. En la bajada se me rompieron las alforjas. Joao encontró una de mis zapatillas, pero por la noche me di cuenta de que había perdido la funda vivac. Una gran putada. (Foto 43: bosque en el collado de Heliorreta).

El sol picaba en todo lo alto cuando empezamos el último tramo de la etapa. Nos quedaba una única subida por delante, muy corta, apenas 5 km. pero muy dura y una kilometrada importante hasta Etxalar, pueblo navarro en el que íbamos a dormir. Estas etapas son en las que se agradece la compañía, y así nos lo hizo saber Joao. No me quiero imaginar una jornada como ésta, con el pinchazo incluido que sufrió Miguel, en solitario.

Llegamos cansados, más fruto de los 71km que de la dureza de la etapa, recuperándonos a la entrada del pueblo comiendo unas manzanas directamente del árbol y dándonos al método de recuperación del Doctor Corbalán. (Foto 44: Erratzu, Navarra).

Etxalar es un pequeño pueblo en el norte de Navarra típicamente vasco. Euskaldun cien por cien, todos los letreros y señales de tráfico están rotulados únicamente en euskera, y cómo no, la lengua de uso normal es el vasco. Sorprende eso sí escuchar esa mezcla de idiomas, típica de la zona, en las que en mitad de la conversación en euskera intercalan frases hechas en castellano, y más, con una revista del corazón con fotos de Belén Esteban en bikini en la mano. Cenamos por 12 Euros incluidos unos pacharanes bien ganados en el restaurante. (Foto 45: animales libres en el monte cerca de Etxalar).
La noche era oscura y calurosa por lo que decidimos dormir a cubierto bajo el atrio posterior de la iglesia. El calor del día se transformó en una tormenta espectacular, que engrandeció aún más las magníficas perspectivas del pueblo.

(Foto 46: campamento en la puerta de la iglesia de Etxalar).


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